LOS GATOS NO PUEDEN VOLAR
06-02-2014
Hola me llamo Gisella, y como soy un gato, no puedo volar. Bueno, la verdad es que tampoco puedo andar, ni correr, ni ir a mi arenero como un gato normal. Os contaré porqué.
Fui adoptada hace ya muchos meses, aun era un cachorro. Me fui a una casa muy bonita con mi hermana Gretel , también una gata anaranjada como yo. El piso era un cuarto .
Cuando mi adoptante vino a buscarnos a la casa donde desde muy, muy pequeñitas nuestra mamá de acogida nos crió a biberón… oí que le decía:
-“Por favor, cuidado con el balcón, sé que tienes mosquiteras en todas las ventanas, pero en un descuido pueden salir las gatas y caerse
- No, no te preocupes, tengo una niña pequeña y estoy siempre muy atenta, además yo he tenido gatos y nunca les pasó nada” contestó ella.
Pero sí, se descuidó, y claro yo era un cachorro inconsciente.
Salió a tender algo de ropa y me escabullí entre sus piernas saliendo tras ella al balcón. No recuerdo si lo que ví fue un pájaro, una mosca…, el caso es que sin pensarlo salté a al vacío. Ella ni siquiera se había dado cuenta de que estaba allí. Me preparé para caer… ¡claro yo estoy genéticamente preparada para caer sobre mis cuatro patas y amortiguar la caída! Pero esa altura no es “felina”, no era normal para mí. Nunca terminaba de caer, y caer.
Ya no recuerdo nada más, solo dolor mucho dolor. Me recogieron y era ya por la tarde.
Esa noche no me llevaron al veterinario.
Llamaron a mi madre de acogida y quedaron con ella al día siguiente. Para entonces yo ya no podía más. Me había hecho pis y caca encima, sólo quería dormir y que ese dolor que me quemaba la espalda parara.
Mi madre de acogida lloraba sin parar al recogerme: “¡Dios mío! te dije que tuvieras cuidado”.
También recogió a mi hermana y volvimos las dos de nuevo con ella.
Me llevaron al veterinario y allí se confirmó lo peor: mi columna vertebral estaba rota. Lo mío no tenía buen pronóstico . Posiblemente nunca más podría andar.
El dolor era inmenso. Nunca podría ser adoptada. Nadie quiere un gatito que no puede ir al arenero ni caminar sin dificultad.
De todas formas iban a apostar por mí. Intentaría por todos los medios que volviera a caminar. Nunca lo conseguiría.
Ahora tengo un “carrito” para caminar ¿veis mis fotos? Pero desde aquí pido por favor que nos protejáis, que cuando alguien os cuente que los gatos nos caemos de balcones y ventanas, creedlo. Yo no volveré a tener una vida normal y mis opciones de adopción son nulas.
Sé que no soy la única gata que se ha caído. Todos los días sé que hay gatos que se pierden porque caen de ventanas y balcones.
Lo normal desde un balcón no muy alto es la rotura de paladar y lesiones de mandíbula.
No todos tienen la misma suerte de poder contarlo como yo.
No pongáis a vuestros gatos en peligro. ¡Que no les pase como a mí!
Proteged ventanas y balcones. Somos gatos y los gatos NO PODEMOS VOLAR.
Fdo. Gisella
Autor: Paloma Gómez